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viernes, 30 de octubre de 2009

La palabra para expresarlo



La inspiración... y tras ella el intento de expresión.

No. No es "tras ella" es "en paralelo". Pero parece indudable que hemos se usar las palabras, nuestras palabras (y con esto hablo de toda nuestra pericia de comunicadores) para que "signifiquen"... estirarlas... descubrirlas con la fuerza que tienen o tendrían fuera del lenguaje común o convencional, que las achata y las reduce como monedas sin más valor que el aceptado por todos: Decimos LUZ y suena "luz", AIRE y suena "aire"...

(Yo destaco cuatro palabras que, a mí me parece que lo dicen TODO: Vida, Muerte, Amor y Dios. Lo decía Miguel Hernández. Yo le añado una más. Pero ese es otro tema.)

La palabra ha de salir de sus significantes y efectivamente (produciendo efecto en otro), DECIR. Ese es el trabajo "inutil" del poeta.

Lo ilustro con un poema dedicado a mis amigos y compañeros de viaje poético de la Tertulia Literaria "Gerardo Diego" del Café de Oriente de Madrid.


SER POETA

(A los poetas de la Tertulia
del Café de Oriente)

Es la noble obsesión por las palabras
acto de fe en la voz. Sagradas formas
congregadas a ser algo más alto.

Es la obsesión inútil de sacarlas
de los oscuros moldes limitados,
de lo que literales significan;
rescatarlas del nicho dónde yacen
y desamordazarlas y que digan.

Y al fin descircunscritas de las grises
realidades unívocas que nombran,
dilatarlas al límite en que empiezan
a evocar vagamente lo inefable.

Es la obsesión absurda de ascenderlas
desde el barro que son hasta esta arcilla
que, modelada, es ya vaso votivo:
continente de un agua que es reflejo
de lo que no contiene y que no cabe
en sus significantes... ¿o sí cabe?



Gonzalo Melgar


Dime tú: ¿cabe o no cabe? ¿se nos quedan la palabras, pese a todo, pequeñas?