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viernes, 22 de abril de 2016

MUERTE DE UN CAMPESINO. V Premio Soledad Escassi


Este es un poema dedicado a los campesinos tradicionales y a los que hoy en día intentan seguir algunas de sus formas de cultivar y vivir: los campesinos ecológicos alternativos.

Ha sido el poema ganador del concurso de Poesía "Soledad Escassi" en esta edición. Gracias!!
Será editado en cuaderno, en forma de plaquette, junto con otros poemas, que es una parte del premio, pero aquí os lo adelanto.


MUERTE DE UN CAMPESINO
 
 Las cosas se acomodan a los hombres:
Los campos a los cuerpos que los labran;
El árbol al abrazo de los niños
que juegan a esconderse tras los troncos…

Las cosas se adecúan a sus usos:
La cuchara a la forma de los labios;
La enea de las sillas al tiempo dilatado del reposo;
La baldosa a los pasos que se arrastran…

Las cosas lentamente se amoldan a los hombres:
Como el mantel se acomodó a los pliegues
que marcaban tus manos al doblarlo;
Las mantas de la cama a tu humedad y tu sueño
y el colchón a tu peso, con relieves contrarios a tus formas.

Hoy traspiran las sábanas, respira
la ropa en el armario
con el aliento tuyo detenido.

Mira cómo las cosas mantienen tu memoria:
Los papeles conservan tus huellas dactilares;
Tus libros la tendencia
 a abrirse por la página precisa;
las herramientas tienen
los mangos suavizados por tu tacto;
el camino la impronta de tus huellas
y la pared vencida, el peso de tu sombra.
 
Los campos perpetúan el sentido final de tus esfuerzos;
y tu ilusión de nuevo reverdece
porque el agua recuerda el surco de tu azada
y revive el estiércol que sembraste en la huerta;
hasta desperezar a los helechos;
y madurar los frutos tardíos evitando
la helada de tu ausencia…
 
Aún los estorninos
recuerdan tu silbido y lo repiten;
Los animales sienten
el peso de tu brazo sobre el lomo
y buscan, sus hocicos toparte mansamente;
 
Incluso en ocasiones el viento, imperceptible,
se desvía al pasar por donde estabas…
Y otras veces los astros se nombran a sí mismos
con los nombres que tú les asignaste…
 
Ahora todos nosotros
llevamos la lanzada de tu abrazo en el pecho,
El estigma en la mano que apretaba la tuya;
La herida de tu sombra en la retina…
Pero se pasará, porque otros niños
jugarán a esconderse entre los árboles.
 
Los hombres, las mujeres, se acomodan y olvidan,
pero los campos no, no los objetos,
ni la tierra, ni el viento: las estrellas
temblando rememoran
el nombre que les diste, cada noche.
---  Gonzalo Melgar